lunes, 5 de noviembre de 2012

Educación y conocimiento como valor agregado en la economía


Necesitamos conocer cuál es la clave de una educación moderna o seguiremos defendiendo la educación arcaica, imaginándola moderna o postmoderna.

Cuando tenemos entre las manos uno de los tantos teléfonos celulares u observamos maravillados, por ejemplo, en las delicadísimas y exitosas operaciones quirúrgicas; en los satélites espaciales, o en las mega—máquinas, con las cuales se puede trasladar en un día una montaña de un lugar a otro; o bien los satélites y los vuelos espaciales; la cibernética y la gran variedad de sofisticados  objetos como los radares o los aviones teledirigidos; y, en fin, el perfeccionamiento vertiginoso, incesante, infinito de los artefactos más vinculados o dependientes de la tecnología digital, nos preguntamos: ¿Por qué valen lo que cuestan estos objetos cada día más sofisticados? ¿Por qué tanto cambio? ¿Cuál es el secreto de todo esto? ¿Magia o milagro?



 La respuesta, podría decirse, que lo que determina su valor es la belleza del objeto, su forma o su función. Y por supuesto, que esas respuestas son correctas, porque nadie pagaría lo que paga por un objeto que no le sirviera o que habiendo otros más bellos, funcionales y baratos, eligiera el menos presentable, caro y técnicamente el menos acabado. Pero, ¿es eso lo que determina finalmente el valor de estos objetos? El valor de estos objetos lo determina el trabajo humano, porque son hechos por seres humanos. A estos objetos no lo produce la naturaleza. Si todos esos maravillosos objetos fueran producidos y abundantemente por la naturaleza, ¿costarían lo que cuestan? La respuesta, obviamente es no. Entonces surge otra pregunta: ¿Cualquier persona o grupo de personas puede producir estos u otros objetos semejantes? Es obvio que no. Las personas que lo producen son seres con una preparación especializada. Se trata de seres humanos que representan lo más avanzado del conocimiento, de la creatividad y del ingenio humano. Y ¿cómo es que estos seres humanos han llegado a tener esa pericia? ¿Cómo es que llegaron a tener esos conocimientos? Nacieron sabiendo, ¿o tuvieron que aprender a fabricarlos? Esos conocimientos se aprenden. Los individuos nacemos con un cerebro potencialmente capaz de aprender a hacer todo cuando ahora se hace y lo que en el futuro se hará, casi como si fuese obra de la magia o milagro. El aprendizaje es un proceso y la enseñanza corre a cargo de la educación.

 La naturaleza pone lo que se ve, lo tangible. La Educación aporta los elementos intangibles. Si vemos un televisor funcionando, la naturaleza da la materia tangible, aquello que tiene tamaño, peso, color, olor, aspereza o suavidad, aquello que se puede observar mediante los sentidos. Por eso cuando alguien rompe uno de estos objetos, suele justificarse diciendo que ha roto una cosa. Una cosa. Y quien la compra obviamente está inserto en el mundo de las mercancías y para obtener el dinero con el que esa cosa compra, tiene que hacerse primero otras cosas, que al venderlos se recibe el dinero para comprar las cosas que los demás venden. Por eso, no diremos exactamente que la naturaleza aporta todo lo que podemos ver, porque lo tangible es ya naturaleza transformada por el hombre. Y si un televisor transmite imágenes de lo que en este momento sucede en un continente hasta otro continente, o si existen cámaras que nos permiten ver lo que hace un satélite espacial a muchos miles o millones de kilómetros de la tierra, esa capacidad lo da de manera exclusiva el hombre. La naturaleza solamente pone aquello que sirve de soporte, o envase. Nada más., todas las potencialidades de estos objetos los ha puesto el hombre con su inteligencia, mediante un largo proceso de enseñanza—aprendizaje que es la educación.

De este modo, unos trozos de naturaleza, que por sí mismos solamente cuestan lo que se ha invertido en extraerlos y transportarlos, se convierten en objetos que parecen ser fruto de la magia o milagro, la verdadera magia o milagro es la capacidad humana, la mente habilitada mediante la Educación.

Cuando hablamos de educación, hay que aclarar que todo el mundo educa; porque no solamente las instituciones formales educan. Educa también la familia, el grupo de amigos, el vecindario, la iglesia, el servicio militar. Sin proponernos todos somos educadores.

 Pero ¿qué clase de educación imparte quien no tiene título profesional de educador y, finalmente, ningún título profesional? Transmite los conocimientos y la cultura de su colectividad. Vale decir, transmite los hábitos, actitudes, lenguaje articulado y gestual, mitos, leyendas, conocimientos climatológicos, modos de relacionarse con las demás personas, con las autoridades. Transmite la cultura popular. Esta cultura popular crea un ambiente muy especial que sirve como trasfondo, sobre el que se desarrolla la educación formal. Pero no alcanza para producir objetos tan extraordinarios como los que hemos señalado.



 Cada vez que uno ve en el mercado un objeto cualquiera hay que recordar que esos objetos pueden venderse y comprarse porque son útiles. No todos los objetos útiles son iguales entre sí, por el simple hecho de ser útiles. Sabemos que no es así. Cuando vamos de compras o simplemente a curiosear, tratamos de informarnos cuáles de ellos son los mejores. Tenemos siempre la idea de que entre los objetos que cumplen la misma función unos son mejores que otros. Cuando el dinero no alcanza compramos alguno de los que no cuestan muy caro y nos quedamos con la angustia de no haber podido comprar el mejor. Y si compramos el mejor entonces no solamente sentimos satisfacción, sino que incluso hacemos alguna ostentación ante los que no tienen dinero como para comprar uno igual. Pero lo que nosotros rara vez nos ponemos a pensar, de qué manera, los que los producen han podido hacerlo. Simplemente nos conformamos con pensar o decir que estos maravillosos objetos lo han hecho las grandes empresas. Al pensar así, curiosamente pasamos por alto el hecho de que las grandes corporaciones, las grandes industrias están compuestas por seres humanos, personas de carne y hueso como nosotros. Para poder hacer esos objetos obviamente tienen un entrenamiento especial. Han sido capacitados para hacerlos. Han tenido que aprender hasta tener la posibilidad de producirlos. Ese aprendizaje significa que alguien hizo el papel de profesor mientras ellos cumplían el rol de alumnos. Entré quienes participan en el proceso productivo de esos maravillosos objetos intervienen cadenas generalmente muy largas de personas, algo de lo que nosotros ni siquiera nos imaginamos. Podemos imaginar muchas manos trabajando. Pero antes que se empleen las manos están los que ponen la mente, la teoría, el conocimiento. Aunque la tendencia es a que las manos que hagan los objetos sean las de los robots, porque el hombre tiende cada vez más a reemplazar el uso de las manos por el uso de la mente. Esto sucede, por supuesto, ahí donde la educación sirve para eso, para capacitar la mente no solamente para deletrear algunas palabras o saber firmar.

 Si para producir, la mente humana ha descubierto las leyes de la Física; también descubrió y hace avanzar la matemática, así como la química y demás ciencias. Esto sucede en los países donde la educación está orientada a capacitar a la gente para asimilar conocimiento y para aplicar esos conocimientos a la economía y también para producir más conocimientos. ¿Nuestra educación tiene esas características? ¿En qué se parece nuestra Educación a esa clase de educación? O, ¿En qué se diferencia? ¿Qué enseñamos los maestros del Perú? ¿Qué clase de preparación nos dieron nuestros catedráticos en las universidades o nuestros profesores en los institutos? Y ¿en qué nos capacitaron los que dijeron que nos estaban capacitando?

 La Educación debe servir para hacer pensar. Pensar es gimnasia que necesita el cerebro para que no se atrofie. Porque el cerebro también se atrofia si es que no funciona. La calidad y cantidad de pensamientos que nos habituamos a tener alcanza un techo. Si amarramos nuestra mente y no la liberamos no va a crecer, el techo puede ser muy bajo. Nada existe en la naturaleza por gusto.

  Una mala educación nos limita en el ejercicio físico y sobre todo nos limita en el ejercicio de la mente. Así como hay atletas que superan en salto alto las dos metros veinte, así también hay científicos que han hecho posible que los hombres salten hasta las estrellas, mientras en otros contextos se limita a formar a la gente para que siga trabajando con la hoz y el martillo o con el pico y la pala, o bien con la chaquitaclla.



 La educación es funcional a cada época histórica. En la antigüedad los nobles se educaban para ser los mejores guerreros. Algunos como Alejandro Magno, tenía además una visión del mundo heredado de Aristóteles, su maestro. Si eran débiles y poco visionarios fácilmente podían perder el reino; en otro momento bastaba ser un buen artesano. Incluso en pleno siglo XX en el Perú bastaba saber comprar en las tiendas de los mayoristas algunos objetos, pararse a ofrecerlos al detalle en las puertas de las grandes tiendas o de los supermercados, pero ahora, desde que se implementaron los hipermercados, ese conocimiento es inútil, porque los hipermercados son más competitivos en cuanto a calidad, presentación, precio, confort, relax y seguridad, mientras que a la informalidad le rodeaba un ambiente de inseguridad.

 La educación debe tomar en cuenta las tendencias sociales, culturales, económicas, científicas y tecnológicas de cada momento de la historia. Hay que analizar cómo aparecieron las herramientas que se utilizan para producir los demás objetos. ¿Los dio la naturaleza? ¿Los hizo el hombre? Si el hombre los hizo, ¿cómo los hizo, de qué manera, que materiales primas usó y a parte de sus manos qué otros elementos empleó? ¿Bastaba tener conocimientos artesanales para hacerlo? En el Perú, ¿formamos profesionales para producir teléfonos celulares, automóviles, tractores, satélites espaciales, computadoras?

 Si las instituciones creadas para formar profesionales no producen esa clase de profesionales, ¿Es nuestra educación igual, parecida o de la misma calidad que la educación que se imparte en los países que producen tecnología de punta? ¿Qué tipo de educación se necesita para producir esos objetos tan complejos; nosotros también producimos herramientas, es cierto. Producimos picos y palas, por ejemplo. ¿Qué tienen en común un pico o pala con un tractor? sirven para las labores agrícolas y los tres han sido producidos por el ser humanos y para eso se ha invertido conocimiento. Para hacer el pico y la pala el hombre debía tener cuando menos la cultura del hombre de la Edad de Hierro. Pero para producir tractores computarizados el conocimiento tiene que ser cualitativamente superior, muy superior. Sin educación aunque sea informal, el primer ser humano que descubrió el hierro no hubiese trasmitido ese conocimiento a las generaciones futuras. Pero para producir el tractor se necesitan no solamente hornos más complejos, sino el dominio de la matemática y de la física moderna. Esos conocimientos los da la Educación formal. Como se advierte claramente, una cosa es educar para producir picos y palas y otra es hacerlo para producir tractores. Y más diferente es todavía producir tractores que llevan componentes digitales, vale, decir elementos electrónicos del tipo de las computadoras. Para decirlo de otro modo, existe una distancia histórica muy considerable entre la Edad de Hierro y la Revolución Industrial. Y de ésta revolución a la revolución digital existe otra etapa histórica. Y ¿estamos pensando en qué estado se encuentra nuestra educación? ¿Qué clase de conocimientos trasmitimos mediante la educación? ¿Formamos para ser productores de la Revolución Industrial o de la Edad de Hierro?; si ya produjésemos de acuerdo a la revolución industrial está claro que nos faltaría una etapa histórica para ingresar a la revolución digital. ¿Hemos llegado cuando menos a la revolución industrial que ya tiene más de dos siglos, o nos hemos quedado en la Edad de Hierro que tiene miles de años de antigüedad? Consumimos objetos modernos, ¿pero también los producimos? ¿Formamos profesionales para elaborar esos productos modernos? ¿O es que en la práctica nos hemos quedado casi en la Edad de Hierro? Recordemos que entre ambas maneras de producir existen miles de años de distancia. Porque suele existir un grave error, creer que estamos en una Era determinada de la historia tomando en cuenta lo que consumimos, cuando el verdadero criterio debe partir de lo que producimos. Mejor dicho con qué clase de conocimientos producimos. Nuestra educación en qué estado de evolución se encuentra, ¿qué enseñamos a producir?

 Cuando compramos un televisor ¿qué compramos? ¿Compramos plásticos? ¿Compramos piececitas de cobre? ¿Compramos algunos tornillos de hierro? ¿Qué es lo que compramos realmente? Compramos conocimiento. Mejor dicho las potencias nos venden su educación metida en sus mercancías. Y el grado de desarrollo de la educación es inversamente proporcional a la cantidad de naturaleza que se invierte; cuanto más componente mental encierran los productos, menos materia prima se invierte en ellos. Como bien lo indica la propaganda de una marca de televisores, los antiguos eran grandes, toscos y muy pesados. Estos televisores se han ido reduciendo en espesor y peso hasta convertirse en una pantalla plana. En esa pantalla plana en que se reduce el televisor hay cada vez mucho menos materia prima, pero más componente mental. La tendencia es a que la materia prima se reduzca prácticamente a la nada. Y ¿con qué se reemplaza esa materia prima que se deja de usar para que el televisor exista? Se lo sustituye con conocimiento, o sea con derivados de la educación. La tendencia de la industria moderna es a la sustitución casi total de las materias primas por el conocimiento. Dicho de otro modo, la naturaleza cede su lugar al conocimiento, a los derivados de la educación. El ejemplo más extraordinario es la nanotecnología, esa industria que consiste en producir máquinas microscópicas (como las que se usan para realizar operaciones quirúrgicas dentro del cuerpo humano, sin necesidad de abrir heridas). Estas máquinas forman parte de la nanotecnología y no miden ni siquiera un milímetro, sino millonésimas de milímetro.

 Aquí en Perú, nuestro país, como en Bolivia, exhibimos como mayor orgullo las materias primas que existen en el suelo o subsuelo de nuestros territorios; mostramos lo que la naturaleza ha hecho por nosotros, pero ¿tenemos algo maravilloso que hayamos hecho los hombres a favor de de la naturaleza y de nuestra economías? Para decirlo de otra manera, mostramos la obra de la naturaleza, riqueza de la que nos apropiamos por vivir en estos territorios,  si la naturaleza no nos hubiese dejado nada o mucho menos de lo que nos ha legado qué haríamos para vivir? ¿Y qué haremos si la herencia de la Madre Naturaleza se acaba? ¿Qué harán, por ejemplo, los países árabes cuando se les acabe el petróleo? ¿Qué hará Venezuela?

Esta mentalidad forma parte de una cultura que fomenta el inmovilismo, inflama la imaginación, la esperanza en soluciones milagrosas o mágicas. Y de paso fomenta el ocio, la pobreza y la pérdida de la autoestima. No se ve la riqueza en las potencialidades del hombre, sino que se despierta la ambición por los tesoros escondidos que se expresan en tantos mitos.

Es obvio que con criterio nacionalista desearíamos que todo fuera diferente, que nuestro Estado fuera poderoso, que tuviera recursos adecuados como para que pudiese explotar nuestros recursos naturales, sin necesidad de recurrir a la empresa privada y menos a las multinacionales; que desapareciera para siempre el pedido de que inviertan en nuestro país los empresarios extranjeros y que los gobernantes fuesen de lo más competentes y honrados.

  Claro todo eso sería deseable, pero lo que nosotros queremos que suceda no existe en la realidad. No podemos confundir deseos con realidades; y si queremos que cambie en el futuro, necesitamos saber cómo hacerlo, mejor dicho necesitamos de conocimientos que ahora la población no tiene. Mejor dicho necesitamos de una nueva educación. No solamente diferente en valores como ahora se insiste sino en ciencia y tecnología; cuando menos necesitamos un pueblo educado de diferente manera, que sepa actuar con conocimiento. Que sepa usar el corazón, pero también el cerebr0; países como Corea, o los llamados Tigres Asiáticos, fueron tan pobres como el nuestro y ahora sus destinos son diferentes. China Popular, en estos momentos camina a pasos agigantados a convertirse en la primera potencia no solamente comercial del mundo, sino también industrial. No es cierto que sus precios son competitivos solamente por la mano de obra barata, sino que paralelamente inyectan conocimiento de última generación a sus productos. Su éxito depende del conocimiento y el conocimiento es un derivado de la educación. Es imprescindible saber cómo actuar. Cómo resolver problemas, cómo salir de la pobreza, cómo afrontar dificultades. Es imprescindible tener una nueva educación

 Las materias primas son eso, materias primas, o sea naturaleza, cuya verdadera importancia va a depender de qué hagamos con ellas, en qué productos acabados los transformemos, qué tipo de conocimiento les inyectemos. ¿Seguimos pensando en la magia de resolver nuestros problemas económicos inyectándoles cero conocimiento? Con eso solamente estamos justificando el tipo de educación que tenemos. Aquella que nos induce a suponer que somos mendigos sentados en un imaginario banco de oro.

 Estas preguntas no van contra algo que es obvio, valorar y cuidar nuestras materias primas. La crítica va contra esa cultura parasitaria de pretender vivir exclusiva o fundamentalmente de recursos naturales. El propio término lo dice, son recursos naturales. El problema está en qué hacer con ellos. ¿Venderlos? Su precio obviamente será el que corresponde a las materias primas y en todo caso su precio está fijado por las leyes de la oferta y la demanda.

No hay que perder de vista que el conocimiento tiende inevitablemente a ocupar el espacio de la materias primas, de manera que el mismo objeto, pero más perfeccionado requiere de menos cantidad de materia prima.

 La educación crea conocimiento y éste apuntala el desarrollo de la educación; ambos como aliados de la economía y la economía tiende a depender de modo creciente del conocimiento, es la mercancía de moda y lo seguirá siendo, con tendencia creciente; los países que venden más conocimiento son más ricos y sus  pueblos  con  mayores  niveles  de vida. En el siglo XX se consideraba como el magnate representativo de la economía norteamericana a Rockefeller, cuya fortuna dependía del petróleo. Incluso a mediados de los 70 del siglo pasado los magnates más grandes del mundo estaban vinculados a la propiedad de grandes pozos petroleros. En la actualidad, luego de la invasión Norteamérica a Irak, el mundo ha tomado conciencia que el petróleo es un recurso natural que pronto se agotará y en tal circunstancia puede multiplicar su precio o crecer en mayor medida, mejorando la posición económica de los empresarios del petróleo; pero esto tocará su fin; la fortuna personal más grande, correspondiente a los sesenta fue la de  Rockefeller, hemos pasado en estos tiempos a la fortuna mucha  mas grande; la de un empresario norteamericano, joven, cuyo nombre es Bill Gates, vinculado a la producción de Software, o sea de conocimiento. Para lo cual utiliza como principal herramienta su cerebro dotado de capacidad creativa.



En Perú la economía está orientada a la extracción de minerales, a la deforestación de la selva, a la pesca. En suma, nuestra economía depende de lo que produce la naturaleza, no lo que crea el hombre. Se trata de una economía parasitaria, al igual que Venezuela y los países árabes que viven de la extracción y venta de petróleo, o sea de la explotación de la naturaleza y no de la capacidad creativa de la gente.

 La solución correcta sería aprovechar racionalmente los recursos naturales, paro no depender tan extraordinariamente de ellos. Hemos visto ya que al vender un objeto tan simple aparentemente, como un teléfono celular, el país que lo produce está vendiendo conocimiento; transforma insignificantes cantidades de materias primas para construir un objeto que puede costar cientos o miles de dólares.

Depender de los recursos mineros como sucede históricamente en la República Peruana  y en particular la Región Cajamarca, es consecuencia de una inadecuada educación, de una  carencia total  de infraestructura productiva y moderna.  que  garantice añadir  los  mayores  valores  agregados  a  nuestros  importantes  recursos  naturales.
 
En conclusión, es vital contar con  una Visión de futuro, que involucre a  todos; porque  todos  seremos   beneficiados. Se  construya lo antes  posible una  infraestructura productiva moderna, que, contemos  con nuestra  propias  empresas, nuestros  propios  profesionales y técnicos altamente calificados; entonces,   seremos  capaces de producir  con nuestras propias empresas bienes  y  servicios de  la más alta  tecnología. Mejor  dicho, una  economía con  un alto  Valor  Agregado y en consecuencia contaremos con una  industria moderna  competitiva, en condiciones  de colocar  con ventaja  nuestros  productos  en el mercado  nacional  e  internacional y cuyos ingresos compatibles  con  los altos   niveles  de  vida  de nuestra  población  permitirá  entrar  en un  circuito virtuoso  de  desarrollo económico  sostenido y  sustentable  donde  el conocimiento sea el mayor factor  de  la producción y por  lo  tanto los  mayores  niveles  de ingreso  personal para todos, al que  tenemos  derecho por  tener  la  surte  de tener  tan  importantes  recursos  naturales y un potencial de trabajares que  están esperando desde  siempre que  sus  líderes Regionales, Provinciales,  Distritales , Comunales y Organizaciones  Civiles y  Empresariales nos  unamos  en un esfuerzo por  buscar  el  bienestar  de todos.

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